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Editorial NPL
Edición 17


Enviar Artículo El triunfo de vivir en democracia
3 de diciembre 2004

Ismael Sambra
Por Ismael Sambra
ismaelsambra@nuevaprensalibre.com

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Con la visita del presidente chino Hu Jintao al continente americano ha comenzado un nuevo capítulo de la peligrosa invasión china.
No caben dudas que China se está desarrollando gracias a la ayuda de Estados Unidos. China le está dando de comer a su pueblo con la fórmula capitalista de economía de libre mercado. Pero la mano de obra barata que brinda a los inversionistas, está generando una competencia desigual, pues posibilita que sus productos se abaraten y se consuman a pesar de su baja calidad. China ha sido calificada como "un monstruo dormido". Pero ahora parece que despierta, que camina y se mueve peligrosamente por dentro y por fuera del gigante USA que le dio el aliento.

Después de sus movimientos por el Oriente Medio, se fue directo a negociar con las principales economías de América: Argentina, Brasil y Chile y de paso ha auxiliado al asfixiado régimen cubano con donaciones e inversiones arriesgadas.

Se siente bien como para regalar dinero y perdonar las deudas de su amigo ideológico y cancerbero mayor de la isla-cárcel. Acaba de donarle 6 millones de dólares para las escuelas y 6 millones más para los devastados hospitales que asisten a los cubanos, porque para los turistas y sus dólares los hospitales siguen bien abastecidos y nadie puede asegura que esos millones donados sean de verdad utilizados en los insumos que los hospitales del pueblo cubano necesitan.

Además invirtió $500 millones en la industria del níquel, en turismo y telecomunicaciones, ignorando el embargo impuesto a la isla por su benefactor: Estados Unidos, quien, lejos de dictar embargo similar a los comunistas chinos, dicta ayudas y "preferencias para su desarrollo", preferencias que se volverán contraproducentes para la economía norteamericana si se mantienen las actuales reglas y faltan las emergentes restricciones.

Es cierto que China ha hecho cambios políticos y económicos positivos en los últimos años. Pero no son suficientes como para que nos sintamos satisfechos y mucho menos confiados. El hecho de que haya fortalecido sus relaciones con el régimen involucionario de La Habana nos alerta sobre la persistencia de su enfermedad de esencia totalitaria y represiva. A contrapelo de los que algunos dicen, Castro sigue siendo un peligro a sólo 90 millas de USA, y su asociación con la China comunista nos lo recuerda.

Vamos a ver si termina convenciendo a los chinos para que le instalen misiles atómicos en la isla, tal y como hizo con los soviéticos, para lanzar un primer ataque nuclear contra su odiado enemigo a riesgo de ser borrado de la faz del planeta. Como se sabe, tales hechos pusieron al mundo al borde de una tercera guerra en octubre de 1962.

Por ahora, como parte de los acuerdos firmados, los estudiantes cubanos tendrán que estudiar el idioma de los chinos al igual que lo hicieron con el idioma de los rusos en la era soviética. ¡Pobre pueblo!

El oportunismo del régimen cubano no tiene límites. El cinismo de Fidel Castro es siempre aterrador. Ahora dice que China es un ejemplo para el mundo. El otrora crítico y enemigo del estilo comunista chino, es ahora su más importante defensor y amigo. Con la invasión de China al continente americano y los giros a la izquierda que han dado algunos de estos países, se prepara un camino para la revancha en el intento de destruir los pilares ideológicos y económicos que sostienen a la nación más poderosa y democrática de la tierra.

Para esto pretende no hacerse notar y fingirse un aliado. Pero el respaldo USA al caso Taiwán que clama independizarse de China, podría ser el detonador para el enfrentamiento directo. Por eso sigo sin entender la "política norteamericana de preferencias para China".

Parece perfilar su "estructura de economía de libre mercado" con la esperanza de imponer cambios en la "superestructura totalitarista" de este gobierno; pero el arriesgado experimento no muestra resultados confiables.

Y mientras tanto, los comunistas chinos expanden su influencia; y mientras tanto, siguen explotando a su pueblo y violando sus derechos fundamentales; y mientras tanto, aprovechan para mostrarse como ejemplo de lo que los comunistas deben hacer para alimentarse después del rotundo fracaso de su política totalitaria y su modelo económico centralizado.

Volvemos a nuestros axiomas de que no podemos alimentar jamás al verdugo que cortará nuestra cabeza. El peligro de una China, abrazada a sus tradiciones imperiales y a su ideología comunista, aumenta ahora con su desarrollo económico y su fortalecimiento militar y nuclear. Los que siguen pensando que la introducción de la economía de libre mercado impondrá necesariamente una superestructura democrática y pluralista en el gobierno chino, pueden llamarse a reflexión si es que aún están a tiempo.

Al contrario de lo que dijo Carlos Marx, el ejemplo chino muestra que la economía de libre mercado y la política comunista pueden marchar juntas a pesar de coger por caminos opuestos. La adopción de la economía de libre mercado es un acto oportunista de los restos del comunismo, enquistados en Corea del Norte, manejados en Viet Nam, disfrazados en China, agazapados en Cuba contra la voluntad de los pueblos que necesitan por naturaleza actuar con plena libertad para todo.
La libertad no puede dosificarse como las medicinas para calmar dolores. No puede ser dosificada a conveniencias de un régimen represor que por naturaleza la enajena o la suprime. Existe tan entera como el sol y como sol debe ser tomada.

La invasión de China en América Latina y sobre todo en Cuba marca una era peligrosa para el mundo por su cada vez mayor proyección internacional; y esto podría entrar muy pronto en conflicto con los intereses estratégicos de Estados Unidos.  

China se prepara para su inevitable choque y Estados Unidos parece no darse cuenta de ello. Parece que estamos cerca de una nueva edición, con nuevos tintes y nuevos personajes, de "La Guerra fría", que quizás sea caliente y no con un final-feliz como la anterior, sino con un final-final... ¡Y Ojalá que me vaya equivocando desde ahora!

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