Editorial
NPL
Edición 20
La invasión china
16 de noviembre 2004
Por Ismael Sambra
ismaelsambra@nuevaprensalibre.com
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José Martí vio el "voto individual
y directo" como "el instrumento más eficaz y piadoso
que han imaginado para su conducción los hombres...";
y concluyó que pese a los obstáculos "el voto
es un arma aterradora, incontrastable y solemne..."
El hombre tiene sus preferencias, su sentido de elección;
pero también posee la capacidad de razonar y de acumular
conocimientos. Como somos entes sociales además de entes
individuales, debemos ser cuidadosos cuando elegimos en función
de la sociedad. Aquí es cuando el voto juega su papel en
relación con nuestra Cultura electoral.
Y Cultura electoral no es más que nuestro sentido de selección,
sumado a nuestra capacidad de razonar y acumular conocimientos en
un ambiente de plenas libertades donde también se incluye
la libertad política. Y libertad política, según
Martí, "no es más que el medio indispensable
para procurar sin convulsiones el bienestar social: y siendo tal
que sin ella no es apreciable la vida..."
Pienso que las pasadas elecciones en USA fueron un ejemplo claro
de lo que esto significa. La más grande democracia del mundo
nos dio una muestra más de cómo hacer las cosas para
vivir con libertad y democracia. Nos dio la guía para entender
que Cultura electoral es ésa que surge y se separa de las
pasiones y actúa por encima de ellas. Por eso Cultura electoral
es la fuerza que se contrapone a todo lo que huela a fanatismo.
El pueblo americano demostró tener esa cultura para entender,
elegir y adoptar el camino marcado finalmente por la simple mayoría.
Así vimos como muchos miembros del Partido Demócrata
y muchos latinos que tradicionalmente se inclinaban a los demócratas
y muchos de los llamados indecisos votaron esta vez por el Partido
Republicano para marcar la gran diferencia. Esto demuestra que en
Estados Unidos más que votar por un partido tradicional se
vota por una idea, por un programa que se ajuste a la realidad,
a los intereses y actualidades de la nación.
George Bush y John Kerry fueron las opciones más significativas
y sin embargo eso no descalificó a una tercera opción,
la de Miner, quien a sabiendas de que tenía pocas posibilidades
de ganar se presentó en la contienda y sus simpatizantes
le dieron el voto. Y voto electoral significa confiar.
Bush mantuvo y defendió su política de gobierno, pero
Kerry cambió constantemente tratando de subir en las encuestas
de opinión. Prometió y prometió todo lo que
se le ocurrió para arrastrar al electorado detrás
de sus tambores. Incluso, en su desesperación, llegó
hasta prometer subir el salario mínimo a 7 dólares
la hora. Pero nada le funcionó porque estaba tratando con
un pueblo que ha ejercitado por más de dos siglos este derecho
y ha creado toda una tradición democrática que lo
equipa con una sólida Cultura electoral, porque cultura electoral
también es experiencia vivida.
Sin elecciones libres no se pueden resolver los conflictos. Sin
Cultura electoral no puede haber acertada elección. Por falta
de Cultura electoral el pueblo venezolano votó en un principio
por Hugo Chávez y el tiempo demostró el error de los
que creyeron en las promesas de libertad, justicia y democracia
de quien ahora se convierte en su intencionado destructor. Y ya
es demasiado tarde para arrepentirse, porque un nuevo dictador muestra
sus garras y en algunos países se tuvo que esperar hasta
su muerte para liberarse.
El pueblo norteamericano, entrenado en estas lides, no se dejó
engañar y supo diferenciar entre lo que es prometer para
conquistar un voto y lo que se puede o no cumplir en realidad. Sabe
que hay cosas que tienen prioridades a la hora de escoger, y en
tiempos de guerra, lo más importante para los norteamericanos
es la seguridad nacional. La mayoría escogió y un
pueblo con Cultura electoral sigue un solo camino: el camino de
la mayoría, sin incidentes lamentables, sin absurdas luchas
intestinas, sin mezquinas ambiciones de poder.
Por eso me disgusto mucho cuando oigo decir a algunos malintencionados
que el pueblo norteamericano está dividido. ¡Falso!
¿A qué división se refieren? ¿A la lógica
división que se expresa y se resuelve en las urnas? Eso no
es división, porque después todo funciona como una
unidad de trabajo donde la oposición se suma a los intereses
de la nación y no a los intereses de un líder o un
partido. En democracia los partidos perdedores trabajan también
para la sociedad y con esas reglas y esa confianza el pueblo es
quien elige, gana y realmente gobierna. Y ya se empiezan a recoger
los primeros frutos de la gestión Bush.
George W. Bush, quien además de los votos de los colegios
electorales ganó abrumadoramente el voto popular, fue más
que elocuente cuando dijo ante su triunfo: "Quiero dirigirme
a cada uno de los que votaron por mi oponente: Para hacer esta nación
más fuerte y poderosa necesito su apoyo y trabajaré
para ganarme ese apoyo, haré todo lo que sea posible para
merecer ese honor...." Esto es "el arte de gobernar",
pues se gobierna para todos y no para una parte del pueblo, y mucho
menos para una parte del pueblo contra la otra, como hacen algunos
gobiernos de tendencia izquierdista y/o comunista para eternizarse
en el poder. Gobernar significa gobernar "con todos y para
el bien de todos" como dijo José Martí.
El voto es una responsabilidad ineludible de los pueblos libres.
Por apatía electoral la izquierda uruguaya acaba de ganar
la presidencia y se presagia el desastre. Sin democracia no puede
haber paz. El pueblo americano acudió masivamente a las urnas
estableciendo un nuevo record histórico de participación.
Sencillamente desapareció la supuesta apatía electoral
que usaban como excusa los enemigos de la democracia.
Cuando llegué a Canada hace 7 años, liberado de la
prisión política en Cuba, algunos periodistas me preguntaron
sobre la supuesta apatía de los electores en estos países
y la comparaban con la supuesta masividad en Cuba. Y no dudé
en hablarles de mis experiencias, de que en Cuba quien no va a votar
es considerado un enemigo de la revolución y tiene que afrontar
las consecuencias, que ésas no eran elecciones sino una burda
pantalla porque no había nada que seleccionar, pues se postulaba
sólo un partido y una sola línea política,
que sólo se dictaba y se cumplía la voluntad de un
líder convertido en dictador. Y que eso que ellos llamaban
aquí Apatía electoral yo lo llamaba Confianza en la
democracia, y aseguraba que esos supuestos apáticos acudirían
masivamente a las urnas cuando vieran en peligro la Libertad. Las
recientes elecciones en USA corroboraron plenamente mis argumentos.
Las amenazas de Osama Bin Laden ayudaron esta vez a Bush a diferencia
de lo que ocurrió en España, donde el atentado del
11-M provocó la derrota del Partido Popular, pues el pueblo
español se amedrentó. En tiempos de guerra las debilidades
son bien aprovechadas por el enemigo. Con el voto a Bush el mensaje
del pueblo norteamericano fue bien claro. Su Cultura electoral se
puso a prueba, y actuó con valentía frente al terrorismo,
por eso apostó por la "Doctrina Bush" que al fin
se demostró que la mayoría entiende como la mejor:
la de combatir a los terroristas en sus propias madrigueras hasta
derrotarlos.
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